lunes, 12 de marzo de 2012

... y nos desahogamos.

La verdad es que esta sesión de Educación Musical no salió como Tomás tenía previsto. El profesor quería que dedicásemos la clase a realizar algunas de las coreografías del trabajo de la semana anterior pero, no sé muy cómo, la clase derivó en un desahogo general. 

Nos quejamos de cómo nos sentíamos, de la carga académica que teníamos encima, de cómo están haciendo los profesores las cosas desde que el Plan Bolonia entró en vigor, de cómo nos afectaban los controles de pasar lista y de, en algunas asignaturas, no poder faltar a clase ni por motivos de salud o trabajo... Le dijimos a Tomás que cada profesor cuenta su asignatura como única, lo cual imagino que es normal, pues un profesor tiene que ceñirse a un programa y querrá que sus alumnos aprendan lo máximo durante el tiempo que pueda transmitirles sus conocimientos. Pero el tema se está desbordando, pues es tanta la carga que ha llegado un punto que solo hacemos por hacer, que poco tiempo nos queda para disfrutar lo que hacemos y aprender motivados, sino que actuamos por obligación y por inercia. Se le sigue dando mucha importancia al examen, lo cual se parece al plan antiguo, pero ahora la asistencia a clase es obligatoria y la carga de trabajos individuales y grupales es, desde mi parecer, excesiva. 

Cada persona fue liberándose de sus pensamientos negativos sobre la experiencia universitaria, la cual este año noto que nos está desbordando a todos. El clima es tenso, asfixiante, lleno de preocupaciones de cara a un futuro y, ahora, competitivo, pues parece que la medida para matricularse en una de las pocas menciones que se oferten el año que viene se basa en la nota media del expediente. 

El profesor nos escuchaba atentamente y con interés, personalmente me transmitía comprensión. Nos propuso trabajar en un solo grupo, apoyarnos, compartir nuestros apuntes, repartirnos los trabajos... pero aunque suena muy bien, a las alturas en que estamos, donde todos nos conocemos y donde ya todos nos hemos acostumbrado a trabajar con determinadas personas, se hace tan complicado que nos parece imposible realizar. 

Es complicado y aún nos queda un año, y no sabemos para nada cómo se nos puede presentar el año que viene. Pero tendremos que seguir luchando por conseguir sacar nuestra carrera con la misma o más ilusión que con la que entramos, para sentir que hemos hecho lo que realmente queríamos y sentirnos orgullosos de eso. Nos quedarán muchos trabajos por hacer, muchos exámenes, muchas negociaciones con profesores para poder hacer más liviana nuestra carga académica.. pero también podemos poner pequeños remedios que nos ayuden a estar más despejados. Podemos, si no colaborar toda la clase conjuntamente por la dificultad que ello conlleva, sí trabajar más en pequeños grupos más de lo que ya lo hacemos, organizarnos de otro modo para intentar aprovechar más el tiempo...

La clase nos sirvió a todos para escucharnos, liberarnos, compartir lo que pensábamos, sincerarnos, ver nuestra realidad, ver la realidad de un profesor que nos escucha, reflexionar... El aula se impregnó de una red de emociones, frustraciones y tensiones, pero también de relajación a la vez que decíamos lo que pensábamos y nos sentíamos escuchados. 

A veces no podemos avanzar porque no canalizamos nuestras energías y emociones. Al salir del aula, me desbloqueé y reanudé la marcha. 

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